El racismo, un insulto más

 

Todo el racinguismo conoce la desagradable noticia de las acusaciones de insulto racista al jugador del Rayo Cantabria Diego Fuentes. Por supuesto no vamos a juzgar su inocencia o culpabilidad; ni estamos capacitados ni es nuestra misión. Vamos a opinar sobre, lo que a nuestro juicio es, la absoluta desproporción según la índole del improperio a castigar.

Hay en la actualidad tres ofensas a las que se da una importancia mayúscula: Xenófobas, machistas y racistas. A quien cometa el desatino de proferir una de ellas, le va a caer encima, ya no el peso de la justicia –que también- si no una crítica social feroz, continuada e insultante. Si la injuria es de cualquier otro tipo las consecuencias serán mínimas. Incluso inexistentes.

Estamos en contra de cualquier insulto, todos deben ser tratados con la misma medida. Recordemos que se puede suspender un partido por esas circunstancias, pero no por otro tipo de afrentas. 

Si te acuerdas de la madre que parió a un jugador de raza negra, o blanca, no pasa nada, ahora como la frase tenga un tinte racista … se te puede caer el mundo encima. Lo mismo pasa si te acuerdas igualmente de la  progenitora  de una juez de línea, o le dices una impertinencia machista. Nos hacemos una pregunta: si un negro insulta a un blanco por razón de su raza, ¿sería considerado racismo?

Ya ha dedicado la prensa local minutos y minutos sobre el tema de cabecera …y lo que queda. En Aranda de Duero, en un partido de cadetes, un padre ha saltado al campo, ha propinado un puñetazo al árbitro dejándole inconsciente unos minutos y trasladado a un hospital. ¿No es mucho más grave?  Opinamos que sí pero claro, pero cómo no es un tema machista, ni xenófobo ni racista los delitos de moda; una moda que ya sabemos quién la impone, pues va a dar mucho menos que hablar. No nos dejemos manipular. Todos los insultos son igual de censurables y por ello deben ser  parejamente  perseguidos y castigados.

 

Fdo. Antonio Sainz

Peineta a la Afición

La composición de la nueva directiva de la RFEF da lugar a varios análisis, y
ninguno positivo.
En primer lugar que una persona condenada –no imputada, condenada-
pueda ser candidato a cualquier puesto, es un baldón para legislación
española. Si la sentencia al Sr. Louzán es ratificada por el Tribunal
Supremo, que imagen dará España al mundo futbolístico?, y no es que la
UEFA o FIFA sean “mirlos blancos”, pero esto es ya demasiado.
Luego tenemos la composición de la Directiva con treinta miembros –me
niego a decir y miembras- , todos ellos nombrados a dedocracia,
demostrando ser un chiringuito de amiguismos, politiqueismo,
enchufismo y demás “ismos”, donde el futbol queda relegado a un
segundo plano. Lo de la paridad es una broma de mal gusto; las mujeres
que en muchas actividades igualan y superan la capacidad del hombre, en
el balompié, por una simple cuestión de experiencia –que no olvidemos,
es la madre de la ciencia- están ahora mismo por detrás y esa absurda
paridad es un guiño a los poderes políticos, al fin y al cabo, un guiño al
poder.
Pero peor aún –que ya es decir- no es esto, es que en ese chiringuito, tan
numeroso, no haya habido lugar para un representante de la Afición,
¡¡ojo, uno entre treinta!!; pero todavía hay más: salvo que el Sr. Louzán
haya vivido la última década en la estrella Andrómeda, debiera saber que
el Sr. Tebas, nombrado Vicepresidente, es “persona non grata” de los
aficionados, con lo cual ha hecho una doble “peineta” a los que sostienen
todos los chiringuitos creados en torno a futbol. Sin la Afición no habría
nada, todo se vendría abajo. Las televisiones pagan lo que pagan por que
tienen anunciantes, que les interesa aparecer por el gran seguimiento de
espectadores; lo mismo pasa con los spots en los estadios; las ventas de
camisetas, de entradas o abonos. Todo absolutamente todo: salarios a
profesionales, representantes, directivos de los diferentes entes, sale de
los bolsillos del aficionado, y sin embargo, nos ningunean; nos dictan
normas que, a mi modo de ver, incluso vulneran derechos fundamentales
como la Libertad de Expresión; nos ponen al cuello un collar y una
campaña. El día que los aficionados digamos ¡¡basta ya!!, el futbol volvería

a ser lo que nunca debió dejar de ser, un deporte-espectáculo hecho para
el pueblo y caminando juntos de la mano, sabiendo que uno depende del

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